El diván se ha convertido en un icono del psicoanálisis en el cine, la televisión o en cualquier serie. Pero no sólo se ha convertido en un icono del psicoanálisis, sino que en muchas ocasiones la imagen del diván se utiliza en la psicología en sentido extenso (próximamente, se podrá descargar una aplicación que se llamará «Diván» para poder hacer sesiones de terapia por videoconferencia). Sin embargo, no todos los psicólogos, ni tampoco todos los psicoterapeutas (formados o no en psicoanálisis) emplean el diván.

De hecho, cuando consulta por primera vez a un psicoterapeuta o a un psicoanalista, es muy improbable que le sugieran el diván de inmediato. Es una herramienta técnica que puede ser apropiada para algunos pacientes, pero que en cualquier caso suele llevar unas cuentas sesiones poder determinar si va a ser el tratamiento escogido.

Más de un siglo después de que Freud introdujera su uso, el diván aún evoca cierta sensación de curiosidad y temor. Se empezó a utilizar el diván a principios de los años 1900, como una evolución natural del método hipnótico para dar paso al método de asociación libre. Freud aprendió, al igual que muchos psicoanalistas posteriores, que los encuentros entre el paciente y el analista adquieren mayor profundidad cuando ambos se liberan de las limitaciones de mirarse el uno al otro. De este modo, ambos tienen la oportunidad de dejar que sus mentes corran libres y la comunicación inconsciente resultante fomenta una mayor intimidad y promueve un autodescubrimiento más profundo.

El diván se emplea por tanto cuando el analista considera que puede beneficiar al paciente para una mayor introspección y elaboración, si bien debe ser utilizado cuando el paciente mismo se sienta preparado para ello. Cuando los pacientes usan el diván, a menudo expresan sentirse más tranquilos al poder comunicar con mayor libertad sus pensamientos y fantasías. El empleo del diván puede favorecer una mayor honestidad con uno mismo, al mismo tiempo que puede minimizar las inhibiciones y posibilitar una expresión más rica y libre de prejuicios.

De este modo, si se encuentra reteniendo pensamientos acerca de su terapeuta, si se siente muy atrapado o necesita una mayor libertad para expresar su intimidad, posiblemente el empleo del diván puede ayudarle. Pero no olvide que no todo profesional de la psicología está capacitado y suficientemente formado para este recurso técnico.